Al cumplir los dieciséis años se pinchará el dedo con el huso de una rueca ¡y morirá!
¡Ay!
Un buen día, la Ella Durmiente de Bruselas despertó. Se incorporó del lecho de flores sobre el que yacía y, mientras se estiraba perezosa, miró asombrada a su alrededor. No podía creer lo rápido que había pasado el tiempo. ¿Habían sido días, meses, años? No lo sabía. Sólo tenía la certeza de que fuera como fuese, todo seguía su curso hacia delante. ¿Hacia dónde? Hacia delante.
Os he echado de menos entre legaña y legaña :)
Ya era hora... desde San Isidro...
ResponderEliminarYa sabes que siempre he sido un poco marmota
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