Estoy parca de palabras. Dos semanas de emociones fuertes, de todos los tipos y sabores, me han dejado seca. Pero sólo hacia fuera. Las facciones, más duras de lo habitual. Los labios, más apretados que de costumbre. La piel, los músculos y los tendones, materia prima de un cuarteto de cuerda y percusión. El que entona los acordes sordos y amortiguados con los que me comunico estos días. Pero sólo hacia fuera.
Dentro: el bullicio. Con las luces apagadas, pero sin parar de girar.
Y tengo tantos emails por contestar...
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(Este artículo fue publicado en El Economista el 2 de mayo de 2015) Jorge
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